Es muy
pesado. Y yo soy el caballo oscuro. Y quiero agradecerlo a todos
vosotros. Es una gran emoción para mí y muy inesperada. Aunque yo
debería saber que cuando se tiene a alguien como Paddy Chayefsky
escribiendo y diciendo cosas que nosotros podemos sentir pero no
expresar, y cuando tenemos a alguien como Sidney Lumet que hace que los
actores queramos actuar siempre, y si se tiene un productor como Howard
Gottfried, entonces ¿cómo puedo errar el tiro? Sé que ahora mi madre
estaría encantda. Ella era una actriz potencial pero pensaba que no
debía hacerlo, por ello ella me empujó a mí y fue genial.
A Michael Chekhov, el gran actor y profesor con el que estudie, por darme amor y respeto por el teatro, que es por lo que yo estoy aquí. Es una gran profesión y debemos pensarlo siempre. Lo amamos. Y estoy tan agradecida por una maravillosa dama, de 93 años, que vive en Los Angeles que me está viendo esta noche. Una de las primeras mujeres directadoras, que dirigió a Paul Robesson en "Otelo" en Londrés: Ellen van Volkenburg Browne. Brillante siempre. Y en último lugar aunque no el último, a mi marido, quien se unió a mí hace 28 años. Muchas gracias.
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