Muchas gracias. Yo he estado en este escenario muchas veces como presentadora. He estado sentada en el público como perdedora, y he tenido la emoción y el honor de estar aquí como ganadora. Pero nunca hubiera pensado que estaría aquí recibiendo este premio. Es el más grande elogio que puedo recibir de mis colegas, por hacer algo que simplemente tengo que hacer, que mi pasión me hace hacer. Estoy llena de orgullo y humildad.
Acepto este premio en honor a todos los hombres, mujeres y niños con Sida libran increíbles y valientes batallas por su vida, aquellos a los que he dado mi compromiso, a los héroes reales de la pandemia del Sida. Estoy tan orgullosa de trabajar con gente en Hollywood que ha ayudado a tantos otros, como nuestra queridísima y dulce Audrey (Hepburn). Y mientras ella está, lo sé, en el cielo, siempre protegiendo a sus amados niños, yo permaneceré aquí alborotando como activista y haciendo lo que tenga que hacer, y si Dios quiere, por todo el tiempo que me quede.
Esta noche yo os pido ayuda. Hago una llamada para sacar desde lo más profundo de vuestro ser la prueba de que somos la raza humana. Para probar que nuestro amor sobrepasa nuestra necesidad de odiar. Que nuestra compasión es más persuasiva que nuestra necesidad de echar la culpa. Que nuestra sensibilidad para aquellos que lo necesitan es más fuerte que nuestra avaricia. Que nuestra habilidad para razonar puede derrotar nuestros miedos. Y que al final de cada una de nuestras vidas, podamos mirar atrás y estar orgullosos de haber tratado a los demás con la amabilidad, dignidad y respeto que todo ser humano merece. Gracias y que Dios os bendiga.
Acepto este premio en honor a todos los hombres, mujeres y niños con Sida libran increíbles y valientes batallas por su vida, aquellos a los que he dado mi compromiso, a los héroes reales de la pandemia del Sida. Estoy tan orgullosa de trabajar con gente en Hollywood que ha ayudado a tantos otros, como nuestra queridísima y dulce Audrey (Hepburn). Y mientras ella está, lo sé, en el cielo, siempre protegiendo a sus amados niños, yo permaneceré aquí alborotando como activista y haciendo lo que tenga que hacer, y si Dios quiere, por todo el tiempo que me quede.
Esta noche yo os pido ayuda. Hago una llamada para sacar desde lo más profundo de vuestro ser la prueba de que somos la raza humana. Para probar que nuestro amor sobrepasa nuestra necesidad de odiar. Que nuestra compasión es más persuasiva que nuestra necesidad de echar la culpa. Que nuestra sensibilidad para aquellos que lo necesitan es más fuerte que nuestra avaricia. Que nuestra habilidad para razonar puede derrotar nuestros miedos. Y que al final de cada una de nuestras vidas, podamos mirar atrás y estar orgullosos de haber tratado a los demás con la amabilidad, dignidad y respeto que todo ser humano merece. Gracias y que Dios os bendiga.
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