Gracias. Sé que es muy agradable estar con vosotros, sois un gran público esta tarde (el Oscar se le entregó por sorpresa en mitad de una representación teatral). Solo quiero hacer una pregunta: si la pesadilla de cualquier actor es estar en el escenario desnudo y no saberse sus líneas… ¿cómo demonios llamaríais a esto?
(Risas) Mirad esto, estoy en el escenario, con un gran público y gracias. Tengo mis ropas puestas, me sé mis diálogos, y de repente aparecen volando los pasos de Sir Ben Kingsley y él me da un Oscar. Francamente… ¿cómo demonios puede ser llamado esto sino los sueños húmedos de cualquier actor?
Y aparte de esto ¿cómo me isento? Bien, estoy más que atónito. Hay una palabra que aprendí aquí en Gran Bretaña. Dice “Estoy patidifuso” (risas) y es la única palabra que pienso que es apropiada por este improbable momento de mi vida. Improbable porque dejadme empezar contando mi entrada en las películas. Cuando tenía cuatro años, sentando en un banco en la oscuridad en Mississippi. Dos comerciantes tenían una sábana y la estiraron entre sus artículos. Uno vendía palomitas, el otro vendía gaseosas. ¿Os suena? Y cuando estas imágenes empezaron a emitir sonidos en la sábana estalló el tiroteo y la pelea a puñetazos. Yo pude controlarlo. Yo me escondí bajo el banco aterrorizado, rogando, gritando: “haced que pare, que alguien haga que pare”. Bien, como no pude hacer que pararan pues me uní a ellos. Y durante medio siglo he estado haciendo este viaje de actor mi propia pasión, yo todavía paso más tiempo (golpea el escenario con el pie) en sitios como este que delante de las cámaras como esa (apunta al fondo de la habitación). Me siento a veces un lobo solitario acechando alrededor, del campo de batalla del cine, acechando a morder un pedazo de película ahora y entonces. Y de algunos de esos mordiscos estoy muy orgulloso. Pero no puedes ser un actor de cine y llevar una carrera como la que yo he hecho si al final has estado en algunas de las peores películas del celuloide. Pero quiero deciros algo (risas) quiero deciros algo. Los he querido tanto que he renunciado a nombrarlos. Solo tenéis que buscarlos en Google, a mis amigos, porque esta noche pertenece al Oscar.
Yo quiero agradecer a la Academia, a la Junta de gobernadores. Agradecer a Sid Ganis por traer volando mi pequeño amigo dorado a través del océano y gracias a Sir Ben Kingsley por entregármelo. Damas y caballeros, me siento profundamente honrado, muy agradecido y simplemente patidifuso. Gracias.
(Risas) Mirad esto, estoy en el escenario, con un gran público y gracias. Tengo mis ropas puestas, me sé mis diálogos, y de repente aparecen volando los pasos de Sir Ben Kingsley y él me da un Oscar. Francamente… ¿cómo demonios puede ser llamado esto sino los sueños húmedos de cualquier actor?
Y aparte de esto ¿cómo me isento? Bien, estoy más que atónito. Hay una palabra que aprendí aquí en Gran Bretaña. Dice “Estoy patidifuso” (risas) y es la única palabra que pienso que es apropiada por este improbable momento de mi vida. Improbable porque dejadme empezar contando mi entrada en las películas. Cuando tenía cuatro años, sentando en un banco en la oscuridad en Mississippi. Dos comerciantes tenían una sábana y la estiraron entre sus artículos. Uno vendía palomitas, el otro vendía gaseosas. ¿Os suena? Y cuando estas imágenes empezaron a emitir sonidos en la sábana estalló el tiroteo y la pelea a puñetazos. Yo pude controlarlo. Yo me escondí bajo el banco aterrorizado, rogando, gritando: “haced que pare, que alguien haga que pare”. Bien, como no pude hacer que pararan pues me uní a ellos. Y durante medio siglo he estado haciendo este viaje de actor mi propia pasión, yo todavía paso más tiempo (golpea el escenario con el pie) en sitios como este que delante de las cámaras como esa (apunta al fondo de la habitación). Me siento a veces un lobo solitario acechando alrededor, del campo de batalla del cine, acechando a morder un pedazo de película ahora y entonces. Y de algunos de esos mordiscos estoy muy orgulloso. Pero no puedes ser un actor de cine y llevar una carrera como la que yo he hecho si al final has estado en algunas de las peores películas del celuloide. Pero quiero deciros algo (risas) quiero deciros algo. Los he querido tanto que he renunciado a nombrarlos. Solo tenéis que buscarlos en Google, a mis amigos, porque esta noche pertenece al Oscar.
Yo quiero agradecer a la Academia, a la Junta de gobernadores. Agradecer a Sid Ganis por traer volando mi pequeño amigo dorado a través del océano y gracias a Sir Ben Kingsley por entregármelo. Damas y caballeros, me siento profundamente honrado, muy agradecido y simplemente patidifuso. Gracias.
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